San Caprasio de Santa Cruz de la Serós, es un magnífico ejemplar de estilo románico lombardo en el alto Aragón. Sólo dos regiones españolas cuentan con ejemplares de este primer estilo del Románico: Cataluña y Aragón, por lo que nuestra Comarca es una de esas pocas, y privilegiadas regiones españolas, en las que el caminante podrá disfrutar de magníficos ejemplares lombardos, junto a otros del Románico pleno, como ocurre en la bella localidad de Santa Cruz de la Serós con sus dos templos: San Caprasio y Santa María.
Cronológicamente hablando, el Románico lombardo es el primero de los estilos en los que podemos catalogar el arte Románico en general. Este peculiar, y geográficamente limitado estilo, hunde sus raíces en la Lombardía (Italia) y sus características fueron propagadas por los Magistri Comanici, compañías de maestros lombardos itinerantes que a principios del siglo XI llegaron a España.
Será precisamente en el primer tercio del siglo XI (1020- 1030), en tiempos del rey Sancho el Mayor, cuando se construya el templo de San Caprasio que, en 1082, pasará a formar parte de las propiedades del monasterio de San Juan de la Peña.
Ya en el pleno siglo XII, se levantó la torre campanario, y en fecha indeterminada, posiblemente entre los siglos XVI- XVIII, se adosaron al templo unas naves laterales y se recreció la torre, añadidos que desaparecieron tras la restauración del inmueble en los años sesenta del siglo XX. En 2004 fue declarada Bien de Interés Cultural.
Continúa siendo la iglesia parroquial de Santa Cruz de la Serós, aunque las ceremonias litúrgicas tienen lugar en la Iglesia de Santa María de la localidad, por ser de mayores dimensiones.
Estilísticamente, la pequeña iglesia de San Caprasio responde a los modelos del Románico lombardo en Aragón. Nave única rectangular de dos tramos, separados por un arco fajón, cada uno de los cuales cierra con bóveda de arista. Corto presbiterio con medio cañón y ábside ultra semicircular orientado al este, con bóveda de horno sin imposta alguna.
Llama la atención la desnudez decorativa interior, únicamente rota en el ábside, articulado por medio de pequeñas exedras y nichos. Sobre la mesa de altar, talla barroca del santo titular, San Caprasio.
Respecto a la decoración exterior del templo, que es lo primero que atrae de San Caprasio, debemos destacar que ésta es únicamente de tipo arquitectónico y en ella está totalmente ausente la escultura, que sí veremos desarrollada en el Románico pleno. Sus dos elementos más característicos son los frisos de arquillos ciegos y las lesenas o bandas verticales. Arquillos y lesenas se emplean sistemáticamente para articular el ábside, el hastial occidental y los paramentos laterales. Con tan sencillos elementos los maestros lombardos consiguen crear armoniosos efectos de claroscuro y aligerar los recios muros de piedra.
Los muros están realizados en sillarejo (piedras de pequeño tamaño trabajadas a maza) y el aparejo es homogéneo, como recuerdo del ladrillo, material habitualmente empleado en las construcciones de la Lombardía.
Respecto a la curiosa advocación de la iglesia, San Caprasio (obispo de Arlés, muerto en el año 430), realmente extraña tanto en Aragón como en el resto de España, está relacionada con esa vía de intercambio cultural que es el Camino de Santiago. Se introdujo en nuestras tierras en la segunda mitad del siglo XI, probablemente de mano de peregrinos franceses, y vino a sustituir la intitulación primitiva de la iglesia que era, San Cipriano.
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